miércoles, 22 de julio de 2015

La muerte de un amigo

Hacer lo que deseamos, lo que queremos hacer, el saciar nuestro placer es algo que no requiere justificación, siempre y cuando no lastime ni denigre a nadie, el placer es algo normal y deseable. Muchos obtenemos placer al socializar, al realizar algún deporte, al orar, o alguna otra cosa, que nos llene, satisfaga. A muchos nos gusta tomar un trago con nuestros amigos de infancia, o con cualquier amigo reciente, o tal vez con algún recién conocido, y eso tampoco es un crimen.

Sea cual sea la razón por la que desees reunirte para tomar, sea una fiesta, reunión familiar, en una discoteca, o simplemente, la reunión típica de fines de semanas con tus amigos, el hacerlo esta bien y no tiene ningún problema, si ello no interrumpe ni afecta tu vida de manera perjudicial. Y si tu caso es otro, tampoco es un delito tener tu delirio, tener tus razones para disfrutar y querer disfrutar lo que desees. 


En Venezuela, ya no se puede disfrutar, no se puede ir a la calle sin temor, sin sentir el pavor de algo te pueda pasar, sin el temor de ser aplastado o atropellado por el sistema, o por alguien que solo desea abusar de ti de alguna manera, o simplemente el miedo de que te maten por quitarte algo, o de que simplemente te metan un tiro por quejarte, por reclamar tu derecho, tu derecho a disfrutar libremente de la libertad, del libre transito, del poder comprar y tener la seguridad de que no seras asaltado, de que puedes hablar sin ser silenciado por miedo a la extorsión y al maltrato.


Y ahora, ¿por que hablo de todo esto?, simple, este fin de semana un amigo fue victima del hampa, simplemente por el hecho de que alguien se antojo de quitarle lo que le correspondía, por quitarle lo que mi amigo se gano con su trabajo, lo que fue su esfuerzo, y simplemente alguien decidió quitárselo, y no contento con ello le quito la vida. ¿Donde queda nuestra seguridad ahora?

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